martes, 15 de diciembre de 2009

Por estos días


Hoy te observo desde mi cuarto, escondida detrás de mi cortina azul.
Tú no te das cuenta y cada vez soy más descarada, ya no tengo miedo a que me descubras.
Me gustaría saber lo que piensas, saber la fecha exacta en la que quedaste suspendido en tus recuerdos. En el fondo te envidio porque tienes un mundo antitético al de todos, el cual visitas cuando quieres. Y te pertenece. Eres el rey.


La versatilidad de nuestra relación ya es rutina. Hay días en los que somos dos desconocidos, un saludo formal, buenos días y hasta luego. Otros en los que somos cómplices y compañeros de viaje, te transformas en el más elocuente cuentista protagonista de aventuras y desventuras. Pero hay días, como éste, en los que somos sólo vecinos. Y te espío.

Tus pisadas de goma me inquietan. Estoy alerta a tus movimientos, te sigo y no me puedes ver. Busco el momento adecuado para sorprenderte, como mi gato con las palomas en el patio.
Pero la lluvia de preguntas me enceguece. ¿Qué siento por ti? ¿Odio? ¿Cariño? ¿Qué es este sentimiento agudo? ¿Cuándo empecé a sentirlo? ¿Cuándo dejé de hacerlo?

Es inútil, sé que nunca lo sabremos.

Los innumerables libros de tu habitación son como montañas de tu propio país, a veces me imagino que te caen encima y te entierran vivo. Fiel coleccionista de letras y recuerdos, de cartas pasadas, de fotografías de paisajes europeos donde algún día estuviste. Arma tu pared con tus cajas de cartón y no la dejes caer. Cuéntale a la familia de perros dálmata que yo escondí tu flauta, porque no soporto escucharte soplar sin sentido.

Pastilla azul, dulce impaciencia. Es increíble que después de tantos años yo siga siendo tu quinta víctima. 

lunes, 14 de diciembre de 2009

Deja vu


Y volvemos al inicio.

Al inicio de tu indiferencia.
Al inicio de mis pensamientos.
Al inicio de esta vieja angustia,
amiga y compañera.

No has envejecido ni un día.
Tengo el poder de predecir tu final.