tu pésima caligrafía,
tus respiraciones aguantadas,
tu nariz siempre congestionada,
la fruta después del almuerzo
y la sopa después del segundo,
tu amor por los perros,
cuando abrazas a mi gato,
todas las llamadas de madrugada,
los jugos por las mañanas,
los conejos de mi espalda,
cuando me abres la puerta del carro,
tu mp3 lleno de punky nuestra carrera para la última función.
Eres todo lo que siento,
y lo que siento es todo para ti.
Podría escribirte mil canciones
y pelarte mandarinas toda la vida.
Eres los colores de las seis de la tarde.